El sueño de una noche de verano (Teatro Lírico Nacional La Zarzuela de Madrid, 2019)

Destacó por encima de todo, Luis Cansino, que lleva hacia delante la obra con increíble saber hacer. No hay pero posible. Exquisitamente bien trabajado en la parte dramática, como acostumbra, divierte en su personaje de Juan Sabadete/Falstaff. Hace reír, se mueve como el solo y se atreve con todo: por su voz pasan Isolde, Turandot, Mina, Puritani, Rigoletto, Don Giovanni, Barbiere… y se muestra excelso en el cantar, tanto en las páginas más cómicas (su página de salida podría haber inspirado perfectamente a la del Caballero de Gracia) como en las más serias. Junto a La casa de Bernarda Alba en este mismo escenario y con La Gioconda del Liceu en breve, el barítono madrileño firmará una temporada, parece que redonda.
Gonzalo Lahoz ("Platea Magazine")

Luis Cansino, Falstaff, se metió al público en el bolsillo desde el segundo uno, aunando la comicidad y el desparpajo necesarios para sacar adelante un papel que solventó vocalmente con maestría. En definitiva, dio lecciones de elegancia y saber hacer.
Carla Sampedro Menéndez (“Doce Notas”)

En las voces destaco la formidable labor del barítono Luis Cansino en su doble y brillante vertiente de Sabadete y Falstaff. Hermosa voz, de musical potencia, llena de calidad, muy expresiva y con unas buenas dotes de actor, con gran comicidad pero siempre en la más justa medida.
José Antonio Lacárcel (“Opera World”)

Las voces solistas estuvieron todas a buen nivel, destacando sobre todas Luis Cansino como Falstaff todopoderoso, voz rotunda e intérprete completo, convincente, simpático, metiéndose al público en el bolsillo pese a ser un personaje poco agradecido que el barítono engrandece.
Pablo Álvarez (“Pablosiana”)

A destacar la vena cómica –¡qué imitación de Mina!– vocalmente impecable de Luis Cansino como Falstaff.
Gonzalo Alonso (“La Razón”)

De lo mejorcito de la noche, Luis Cansino como Falstaff. Con su arrolladora presencia escénica, e impoluto tono vocal, se lleva de calle la función, en una esforzada creación, como viene siendo habitual en él, donde la intención en los cantables fue la tónica, así como la expresividad. De amplio agudo, timbre poderoso, y perfectamente implicado con la partitura, se mueve como pez en el agua en un repertorio que le va como anillo al dedo, y con el que realmente se luce mucho. En un código netamente de barítono cómico, Luis Cansino se entrega al papel de forma generosa y sin concesiones, arriesgando, y metiéndose al público en el bolsillo desde su primera salida a escena.
Jonathan Fernández (“Desde la Platea”)